viernes, 8 de enero de 2010

Es confuso, yo sabía que solo era un objeto para tu uso.
Y aún así, lo dejé ser, lo dejé fluir, me aferré a una fantasía para no tener que pensar en que iba a concluir. Las señales aunque puramente insignificantes se volvían grandes carteles luminosos que alumbraban mi cabeza con la esperanza de que ese amor podía volver.
Me empeciné en ver más allá de lo significados y no en la evidencia concreta, era mucho más simple dar vuelta cada letra, cada palabra para adaptarla a mi conveniencia; Para qué? Recibí una respuesta que tenía en ella amor propio, egoísmo, y mucha razón. Pero, el llegó a estar en ese lugar, a alcanzar ese puesto tan alto por mi estupidez; yo lo veneré, lo puse en el más alto de los pedestales de mi corazón, y hasta cuando estabamos discutiendo lo seguía adulando! Yo creía que lo hacia discretamente, pero mis palabras sonaban a adoración todo el tiempo.
Él, que personaje ! yo le inflé su autoestima con mis palabras, y en ellas, iba el encontrando cada vez más valor para decirme que el no me podía dar eso que yo tanto quería. El no entendía como yo no podía olvidarlo, no captaba el porque de mi necesidad por su amor, todo esto con una pomposidad que después de repasar sus palabras me pareció increíblemente, estúpida.
Ahora escribo esto para que no me pase de vuelta, porque amar es una cosa, admirar es otra, y no querer dejar ir a las personas que ya se fueron hace mucho tiempo es otra muy distinta.